lunes, 31 de mayo de 2010

EL NEGOCIO DE LA PROSTITUCIÓN

Este tema no fue un tema específico encarado en el marco de esta investigación. Sin embargo hubo múltiples referencias que reafirman la existencia de diversos niveles de organización de la explotación de niñas/os y adolescentes. Las niñas y niños son parte del “negocio” de la prostitución.

Persisten sin embargo en los discursos sociales algunos sesgos:
1) un primer sesgo es el que excluye a las niñas y niños de las formas más empresariales y los ubica solamente en formas más inorgánicas, ligadas a otros comercios marginales. Tal como lo evidencian la mayor parte de las investigaciones que centran el estudio de la prostitución infantil a la población de niñas/os de la calle, en los que la prostitución aparece como una de las supuestas “ estrategias de supervivencia”. (Es claro que si sólo se investiga en sectores marginales, se va a encontrar –si se investiga bien- prostitución en esos sectores. Pero si se investiga en otros sectores también.

2) un segundo sesgo es enfatizar las condiciones de vida de las niñas y niños, dejando de lado la presión real y concreta de quienes los prostituyen, es decir reclutadores proxenetas, “empresarios de la noche” y clientes.

Esta investigación tuvo por objetivo fundamental determinar en primer lugar la existencia de niñas y niños en prostitución, sin establecer de antemano límites en cuanto a espacios, sectores sociales, etc. y luego aportar información acerca de esta existencia: magnitud, características, modalidades, etc. y por lo tanto, no se trató de estudiar el “negocio” o la organización (lo cual hubiera demandado otra estrategia de investigación y hubiera exigido otros marcos institucionales). Sin embargo la información permite constatar este aspecto, lo que por otra parte es algo que se conoce, pero muy pocas veces se puede confirmar o probar, o no se hace nunca explícito por la obvia y sencilla razón que se trata de un negocio “prohibido”, y todo empresario que declare obtener ganancias y pagar impuestos por este rubro estaría reconociendo cometer un delito. Por el cual puede ser procesado y condenado a prisión. De modo que por ser un negocio ilegal una investigación sobre el “proxenetismo y la organización” de la prostitución debería tener otro encuadre institucional (por razones éticas, de responsabilidad y seguridad).

Sin embargo, en el trabajo de campo surgieron evidencias acerca de la existencia de organizaciones y de sus modos de operar. Y esto es válido para todas las modalidades y localizaciones, en las que se ha detectado distintos niveles de organización y articulaciones entre los distintos circuitos.

Excepto en la calle, donde es posible encontrar quienes actúan aparentemente de un modo independiente, no siempre esta declarada independencia es real: ya que se ha podido comprobar que aún los espacios callejeros tienen “dueños” y quienes circulan por la calle para contactar clientes, deben pagar muchas veces una determinada suma, a quien “desde antes ocupaba” esa parada, o a supuestos “cuidadores o protectores”.

Tampoco es tema de este trabajo describir la complejidad de las organizaciones, desde las más primitivas, y artesanales, a las más diversificadas y modernas, sus articulaciones con otros “negocios” tanto legales como ilegales, (desde juego, drogas, hasta empresas de turismo, venta de pasajes, hoteles, lugares de diversión, discos, bares, etc.), que mueve enormes sumas de dinero y que involucra a personas, con diferente inserción social, jerarquía, poder, etc. Desde organizaciones especializadas con estructuras internacionales, vinculadas a tráfico de personas, que incluyen niñas/os y adolescentes entre países hasta organizaciones pequeñas, o medianas conformadas con inversionistas que tienen toda otra estructura legal comercial o industrial. Es decir como toda “industria” o comercio, abarca empresarios / comerciantes, medianos y chicos, grandes, con inversionistas de distintos sectores y también proxenetas pequeños, explotadores familiares, etc. En el marco de esta investigación surgieron datos: acerca de profesionales y comerciantes que habían invertido sus ahorros en prostíbulos mientras seguía ejerciendo su profesión y mantenían sus actividades; se establecieron diálogos con jóvenes (algunas menores de 18 años traficadas y bajo estricto control de proxenetas; funcionarios de justicia que eran habitués de prostíbulos; diputados, políticos de distinto rango clientes de niñas y niños; médicos, educadores, etc. parte del negocio o clientes; o ambas cosas.

Tal vez si corresponda en este punto señalar que lo más impactante para el equipo de investigación fue constatar esa cercanía con clientes, (los propios amigos, colegas, etc.) así como la familiaridad con el mundo prostibulario, que revelaban en conversaciones casuales: por ejemplo un conocimiento preciso de las diferentes ofertas, detalles varios que daban cuenta de un conocimiento preciso y directo.

La inmensa variedad, poder económico, desarrollo organizativo etc. se corresponden con modalidades de reclutamiento, con localizaciones específicas, tipos de servicios, asociados a su vez a diferentes perfiles de clientes. Prostíbulos de extraordinario lujo y privacidad, al que solo se accede a través de “contactos”, hasta la formas callejeras, entre las cuales es posible encontrar algunas personas con cierto grado de independencia. Aunque en general esto lo logran algunas personas adultas (por ejemplo luego de haber alcanzado un número de clientes fijos, o ciertas modalidades muy reservadas (un tipo de práctica en departamentos privados) pero se trata, en estos últimos casos de adultas.

Reiteramos que la información sobre este punto hubiera requerido un abordaje específico y dado el carácter delictivo también hubiera exigido otro abordaje institucional.

Sin embargo en materia de organización esta investigación por el hecho de estar centrada en la prostitución infantil ha permitido detectar y diferenciar claramente ciertos niveles de organización que de otro modo (es decir cuando no se centra en la presencia de niños) pasan desapercibidos.

Estos niveles se diferencian particularmente en relación a las modalidades de reclutamiento, ligadas al tema de las edades en que los niños y adolescentes son prostituidos. En efecto, cuando más grande y más organizada es la oferta de prostitución, más alejada está de procedimientos de reclutamiento directo, dependiendo para ello de especialistas, de proveedores de cuerpos prostituidos.



Esta constatación implica distinguir desde el punto de vista de la organización de la prostitución dos niveles:

· Uno bien organizado –burdeles, saunas, discos, boliches, cabarets, agencias, etc- donde hay presencia de niños y niñas de distintas edades pero reclutamiento indirecto.

· Uno informal- padres, familia, novios, proxenetas y cafishios profesionales, que inician a la prostitución, prostituyen, y terminan por proveer a los anteriores de “materia prima” ya sea directamente al convertirse en pasadores, o indirectamente al perder el control de sus “protegidos”.

En el primer nivel hay un mayor cuidado en disimular la presencia de niñas y adolescentes pues parecería haber límites en la garantía de protección policial y judicial que pueda tener un local o burdel si abusa con la presencia de menores. ( se reconocería de este modo que la represión penal alcanzaría al menos así una cierta eficacia pero no completa, parcial)

Si bien la presencia de estos en el primer nivel se ha comprobado sin duda alguna en todos los circuitos de prostitución organizada, en esos lugares se trata siempre de evitar que haya niños o adolescentes en exclusividad y por lo tanto licuar su existencia mechándola con la de adultos.

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